Esta nota no pretende cantar loas ni agregar quilates a la encomiable figura de don Bernardino Rivadavia. Pienso que, unas y otros ya los obtuvo del juicio de la historia. Solo me propongo enaltecer la actitud de un grupo de personas que inspiradas en su acción, trataron de mejorar la calidad cultural y edilicia del breve pueblo de Ituzaingó,  que atiborrado de quintas de veraneo y grandes arboledas, hacía de las cabalgatas una institución.

No obstante, un pretendido anhelo de ubicuidad me obliga a detenerme brevemente en el momento histórico en que Rivadavia en plenitud, impuso sus ideas transformadoras.

* Corría el año 1820, después de conflictos y luchas intestinas -incluido el día de los tres gobernadores- Martín Rodríguez asumió el poder prohijado por su secretario de gobierno Rivadavia. Había una necesidad de orden en la población y los elementos que lo concitaban estaban asegurados. Buenos Aires se había liberado de sus obligaciones nacionales y se constreñía a ser la capital de la provincia de Buenos Aires -Ituzaingó iba a estar entre sus límites- y a prodigarse todas las ventajas que su situación de privilegio le otorgaban.

Era el tiempo en que Rivadavia y su grupo iban a concretar lo que no se había logrado a partir de 1810: sustituir el orden colonial por nuevas instituciones.

Los actores de la nueva política -en desmedro de su egocentrismo- pensaban que ante la demostración de aquella, las provincias imitarían a la porteña y así recrearían las condiciones para la unión nacional. De ahí en más se transformó todo el conglomerado colonial, a partir de lo político, de lo económico, de lo comercial, de lo militar y hasta de lo religioso.

Si por sus resultados objetivos, muchas de las innovaciones rivadavianas fueron susceptibles de críticas, el impulso intelectual y educativo que se infundió con la fundación, y su permanencia en el tiempo, de la Univesidad de Buenos Aires, fue el logro más trascendente de la gestión.

Rivadavia se apartó a raíz de la convención de paz de Brasil, merced a su principio de que "su obstinación no debía constituirse en obstáculo, en detrimento de los grandes intereses del país".

* Casi a principios del siglo, digo del siglo pasado, más precisamente en 1907, los hermanos Santiago y Alberto Rovero compraron en Ituzaingó, en plena loma junto a la barrera 80, dos fracciones de terreno. Eran empleados de lal Municipalidad de Buenos Aires, más tarde llegarían a funcionarios. El mayor Santiago, mi abuelo era viejo conocido del lugar. Había llegado esporádicamente al pueblo en 1884 cuando contando 15 años fue nombrado telegrafista del ferrocarril.

En 1910 los Rovero ya habían erigido sus quintas y pasaban en ellas los veranos. Solidarios con el clamor general, se disponían a celebrar el Centenario de la Revolución de Mayo.

La orfandad de un homenaje a Bernardino Rivadavia en los festejos, movió a los empleados de la Municipalidad de Buenos Aires con Alberto Rovero al frente, que al margen de sus tareas comunales era periodista y cofundador del Instituto Rivadaviano, erigir un recordatorio del prócer. Este consistió en una placa ejecutada en mármol y bronce, que hasta hoy se mantiene incólume en el frente, sobre la Avenida de Mayo de la Comuna Porteña, descubierta el 23 de mayo de 1810.

* Conforme a lo expresado no debe resultar insólito que, cuando en 1928, Alberto Rovero, los ingenieros Narbondo y Quartino y el doctor Soler, constituyeron la primera entidad de bien público, integrada formalmente en este pueblo de Ituzaingó, para concretar adelantos culturales, religiosos y urbanísticos: LA UNIÓN VECINAL DE ITUZAINGÓ, eligieron como mentor paradigmático "al más grande hombre civil de los argentinos" según Mitre: Bernardino Rivadavia.

 

LA UNIÓN VECINAL DE ITUZAINGÓ. La primera entidad de bien público con fines socio-culturales

Cabe aclarar para aventar equívocos, que la Unión Vecinal, nunca se rotuló como sociedad comercial y edilicia y que los miembros de su comisión directiva únicamente fueron los que aparecen en el siguiente cuadro:

COMISION

DE LA

UNION VECINAL

DE ITUZAINGÓ

 

Presidente:        Ing. Juan L. Narbondo

Vicepresidente: Sr. Alberto Rovero

Secretario           Dr. Angel R. Soler

Tesorero              Sr. Arturo Lagomarsino

VVocales:            Ing. José N. Quartino

                Sr. Pompeo Boggio

                Sr. Antonio V. Ottonello

                Sr. Victorio M. Picasso

                Dr. Vicente Novaro

                Sr. Otto Ratzsch

                Sr. Eduardo Buscaglia

Suplentes:          Ing. Daniel Iribarne

                Dr. Tucídides Soldano

                Sr. Cornelio Vivanco

                Esc.Oscar A.Medina

                Sr. Julio C. Rossi

                Sr. Juan Capelli

                Ing. Adolfo Arcansol

                Sr. A. G. Frontini

En la gestión para imponer un nuevo nomenclador en las calles de Ituzaingó, lal entidad expresaba "que es deber de los pueblos mantener el recuerdo de quienes constituyeron ejemplos de patriotismo" conforme a ella se obtuvo del Concejo Deliberante de Morón, por ordenanza del 9 y del 28 de diciembre de 1929, el nombre de más de cien calles y de dos plazas de Ituzaingó, eran próceres que actuaron en la guerra de la Independencia y en la batalla de Ituzaingó.

En una entrevista mantenida por esa época con el ingeniero Ernesto Boatti, por entonces Ministro de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires, los directivos Soler, Quartino y Rovero, obtuvieron agilizar los trámites para la construcción del edificio de la Comisaría y para obtener los terrenos destinados al edificio de la Iglesia y a la biblioteca Bernardino Rivadavia, reclamo que venían efectuando desde el principio de las actividades de la Unión Vecinal. La dificultad provenía en que no se poseía título de donación de los solares, que destinados a actividades públicas aparecían en el plano fundacional de Pedro Benoit.

El problema de los títulos se trasladó posteriormente al escribano Petrelli, que mediante un cuidadoso análisis, consiguió parcialmente aclarar el oscuro origen de la documentación exhibida por el fundador del pueblo Manuel Rodríguez Fragio.

* La Unión Vecinal efectuó su primera publicación de importancia en 1931, "La Apoteosis de Don Bernardino Rivadavia" cuidadosa antología en la que se publican opiniones sobre Rivadavia de importantes protagonistas de nuestra historia.

En 1933 la Unión Vecinal pensó en un Rivadavia redivivo, a perpetuidad su nombre debía figurar de oriente a occidente en el territorio de la Patria. Una forma de conseguirlo era imponer su nombre  a la ruta 7 que empezaba a delinearse. Las gestiones realizadas en tal sentido -llegaron hasta la presidencia de la República- se publicaron en un opúsculo, "Bernardino Rivadavia".  Homenaje a su memoria. La publicación de referencia marca el tesón de sus miembros y el grado de trascendencia pública que había obtenido la Unión Vecinal de Ituzaingó.

* Epílogo: el nombre de Rivadavia perdura en la ruta, opacado en algunos tramos, por el de personajes que aun no han recibido el juicio ecuánime de la historia. En cuanto a la unión vecinal soportó el fatalismo tradicional de los emprendimientos constructivos, cuando caen víctimas  de los avatares políticos.

 Fuente documental:

Santiago Rodríguez Melgarejo - Historiador de Ituzaingó y trabajos publicados por la Unión Vecinal.